Anoche el
trovador cantaba solo, en un mar alimeticio y etílico.... aplausos mecánicos cuando terminaba, ¿silencio?, no existe, el tipo ese que canta es un mueble más, alguien que nadie sabe de dònde salió.
Un tipo sólo con una guitarra, y esas canciones de allá, ah tiempos!. Un amigo virtual ahora transformado en real; un hermano, en guitarra, madrugadas, andanzas...
y el tren de la existencia sigue su extraño viaje, por vías de seis cuerdas y durmientes insistiendo en enjaular el infinito en casilleros.... do, re, mi.... y nosotros liberando esos pájaros imposibles en cada canción.
Esto de agarrar la guitarra que ya va pareciéndose más a un vicio, es como un papel en blanco lleno de signos de pregunta.
Mi guitarra vieja rejuvenecida por arreglo y cuerdas nuevas, el negro que la agarra como aquella vez hace mil años.... se pone a tocar.... y se enamora, la hace sonar como sólo el, qué maravilla!, hablábamos del trovador, en realidad, hablábamos de nosotros, hablábamos de yo.... "ser uno con el universo", la frase oriental, parece que de algún extraño modo, nosotros andando entre seis cuerdas, le estamos encontrando la vuelta. Ese tipo ahí cantando solo, cada uno de nosotros cantando solos, somos yo, vos y todos a la vez, por cada cuerda pasa el mundo, ese que no ven los que se ahogan en comida y alcohol. Nosotros también nos ahogamos cada tanto, pero con el salvavidas-fundamento del amor inexplicable de ponerse a tocar, de intentar apresar lo inasible, de escucharnos y escuchar...
Gracias trovador. Cuando vuelvas a la villa, habrá otro vino diferente.
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