Y volvió la creciente viejo...
la de siempre, la de la espuma
la del agua marrón de chocolate
de arañas rasguñando su escape
sobre el espejo roto a remolinos
la del desorden de boyas y tanza
la de levantar cañas e irse...
enojado, marrón, excitado
levantando la voz por las orillas
retomando posesiones ancestrales
amontonando lágrimas en las compuertas
tomando exámen al corazón bombero
limpiando tu panteón
de plásticos blasfemos
lo miramos en silencio midiendo las ondas
con un nudo de sedal en el alma
y un remolino en la memoria
volvió a llevarse árboles
como si fueran sueños
volvió a llevarse sueños
como si fueran peces
volvió y tocó los barrios
volvió y besó veredas
cubrió las flores y los patios
despertando insomnios
que empiezan a cantar cuando atardece...
volvió, viejo, volvió...
y ahora viste... me inunda por dos frentes...
los años me abrieron la tosca del corazón
y hay otras calles y otros bulevares
y otras bocas de tormenta
y el cauce de mi sangre está más hondo
pero también más ancho
quizá por eso la creciente
se puso ancha de tiempo
y ahí está empecinada
mirándonos... mirándonos
con su ceño fruncido de corriente
y entonces la miramos...
la miramos en silencio midiendo las ondas
y esperando
con un nudo de sedal en el alma
y un remolino de niñez en la memoria.
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