"Pintada, no vacía, pintada está mi casa, del color de las grandes pasiones y desgracias..." Miguel Hernández
Rara se ve desde afuera y desde hoy.
Ayer yo estaba dentro viajando al infinito
con un piloto francés llamado Verne,
luego, y con otro Julio afrancesado
aprendí a jugar Rayuela con los ojos.
Allí burlaba siestas a la sombra de siete paraísos
y reían los Titanes de un Joe Mercenario de vereda
de allí madrugaba con rabia hacia el colegio
o con ansiedad por los primeros ojos,
las miradas sin saber qué hacer.
Y salía también con la guitarra
la misma que hoy sigue entre mis manos.
Y salía también con mi padre y sus cañas,
y allí volvía sonriente de pescados,
que mi madre freía sin comer.
Allí sentí el calor de la vida entre los brazos...
te quiero Padrino me diría después.
De allí salí una vez con una rosa
temblando y sin saber qué hacer.
Allí llegué llorando varias veces
por no saber qué hacer.
Allí me animé con mis primeros cantos
allí canté con mis amigos primeros
allí brotó la música que siempre
me mantuvo y nunca marchitó.
Allí a un paso encontré amor
y de allí me marché
para fundar otro allí.
Allí volví por años de visita.
Allí volví una vez para entender
que nunca se vuelve a ningún lado.
Allí volví a llorar
pues a llorar sí se vuelve,
por las risas perdidas en el río
y los brindis que no pudieron ser.
Allí vuelvo a mirar para atrás
porque es el tiempo en que el atrás
le ha ganado al adelante.
Allí lloro o río, o no sé
los fantasmas golpean caprichosos
la puerta de la esquina, la del patio...
la del pecho a las tres...
Allí espero ese día
cuando no deba volver.
Y mientras tanto
burlo las madrugadas
cuando me burla el sueño
por mirar hacia atrás.
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