Ir al contenido principal

Destacados

Hoy me falta un cumpleaños...

 Hoy hubiéramos empezado a mandarnos mensajes y organizar cómo encarar la semana, analizando qué animal sacrificar para las brasas, eligiendo qué bebidas serían adecuadas, en calidad y sobre todo en cantidad... hoy estoy extrañando todo eso... Aún me cuesta creer. Aún me duele hasta el aliento. Esta canción salió hace rato, pero pude llegar a grabarla hoy mismo, porque recién hoy que me quedé sin tu cumple, pude cantarla sin llorar.¿Será el fresco repentino del clima?¿serán los aires de revolución que están empezando a amanecer?,¿será el vino o el fernet? ... no lo sé, pero aquí está  Las dos orillas    La niñez que nunca perdimos hace la plancha en el río mirando a las dos orillas porque sabe que habrá un guiño desde cualquiera. La niñez que flota y deriva busca tu luz en orillas siguiendo caminos de humo ruta azul del infinito que nunca olvida. Ayer es siempre en la memoria aunque el hoy se haya roto mañana veré tu orilla desde el guiño del humo a tu brasa que alum...

Como una sombra dulce- Manuel Castilla











Este trinchante oscuro, 
este espejo callado entre biseles, 
estos leones que nos miran sin ser buenos ni malos 
y ofrecen en sofás, repujados, 
cuernos de una fortuna rebalsante de frutos 
que nunca probaremos; 
esta mesa rayada, huesosa por el uso, 
llena de navidades que se lloran casi angélicamente, 
todo esto, digo, 
viene a mi corazón y lo enternece. 

 Lo pone blando. Se le entraña 
y le asienta de golpe 
la azulina memoria de la infancia. 

Entonces yo camino mi lagrimeante sangre. 
Reconstruyo esos días 
como láminas de oro. 
Cada niño era un astro dulcemente caído. 
Aquel era un bejuco increíble y al aire 
y éste un agua entre álamos 
calcando un cielo viejo. 

Era todo eso. 
Y era también la madre. 
(Un helecho recuerda todavía 
cómo fueron de tenues sus caricias. 
Un helecho de tul que vuelve desde el cielo 
y nos crece sonoro entre pequeños ángeles 
montados y volando sobre un cisne de greda en 
 la maceta). 

Era la madre entonces. 
La de los añonuevos. 
La que nos venía a ver desde sus muebles 
en los que había quedado adormecida 
y por donde vagaban recordándose 
las manos rosas de su casamiento. 

Desde esos muebles hondos 
las almendras con ella; 
desde el júbilo largo, los yaravíes con ella, 
las zambas airosas, con ella. Y más con ella 
la glicina soltando sus crespones de olvido. 
Por allí regresaba. 
Salía de esa madera invisible y palpable 
como una sombra dulce. 
Un recuerdo carnoso, parecía. 

 Un regreso de luz aquerenciada, era. 
Venía desde lejos entre espejos insomnes 
con la suavidad de los cielos dormidos. 

Salía desde sus muebles 
igual que desde un bosque 
labrado por volutas de pájaros. 

Un viajero levísimo, 
un viajero que nunca se nos fue, era ella. 
Por eso es que sentimos que la vida 
nos toca con sus manos todavía. 






 Manuel J. Castilla (del libro Los Poetas que cantan)

Comentarios

Entradas populares